Cuando se habla de las reivindicaciones de las mujeres de igualdad plena frente a los hombres, no tarda mucho tiempo en saltar alguien en vapulear al movimiento feminista, alegando que la igualdad ya existe. Que el machismo ya no existe, que ya podemos aspirar a los mismos puestos de trabajo, que podemos votar, que no necesitamos el permiso del padre o del marido para abrir cuentas bancarias, comprar artículos de alto valor, hacer transacciones económicas, viajar… Es cierto, aunque discrepo en más de un punto.
La lucha feminista de hoy en día es tan necesaria como lo fue antaño, cuando las mujeres luchaban, incluso entregando su vida, por no ser consideradas ciudadanas de segundo orden que necesitaban la tutoría de un hombre según para qué cosas, que eran consideradas no inteligentes para decidir sobre su propia vida y sus actos. Pero aunque se haya conseguido que seamos ciudadanas de pleno derecho (hecho aún discutible), las desigualdades siguen existiendo. El machismo sigue pensando que estamos a su disposición para saciar sus más bajos instintos y no vacilan en violar si una mujer se les resiste. El machismo sigue pensando que nuestro esfuerzo realizando los mismos trabajos que los hombres vale menos a la hora de remunerarlo. El machismo se cree con el derecho de opinar sobre nuestro aspecto, sobre cómo vamos vestidas o como nos arreglamos. El machismo aún diferencia entre trabajos de hombres y trabajos de mujeres, sigue pensando que las tareas del hogar, la educación de los hijos es cosa de mujeres y que estamos ahí para servirles y hacerles la vida más fácil. El machismo pretende hacer de las mujeres fábricas de bebés al servicio de la clase pudiente, denigrando la dignidad y robando el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. El machismo fomenta la prostitución y la trata de blanca, mutila a mujeres y niñas con la ablación. El machismo desfigura con ácido, apedrea, da de latigazos a mujeres infieles. Y sobre todo…el machismo mata.
Y cuando mata, encima no se atreve a llamarlo por su nombre. El machismo ASESINA. Todos recordamos esos titulares tras la muerte de una mujer asesinada a manos de su pareja o ex pareja: “Mujer muere presuntamente a manos de su pareja” “El presunto autor de la muerte de una mujer…” “La mujer fue encontrada muerta en su casa. Se busca al presunto autor de los hechos” ¿Tan difícil es llamar las cosas por su nombre? No nos matan, nos asesinan de forma cruel y no suficiente con eso, también nuestros hijos y nuestras hijas son asesinados porque algún juez o alguna jueza sin más mérito que el título colgado en la pared para llamarse así, no tiene en cuenta que entrega a unos seres indefensos en manos de maltratadores y asesinos.
¿Pero qué ocurre cuando la víctima es un hombre? “Hombre asesinado por su mujer a puñaladas” ¿Ahora sí? ¿Ahora es asesinato? Indignante como incluso aquí el patriarcado machista hace distinciones. Será porque la vida de una mujer sigue considerándose menos valiosa que la de un hombre. Había decidido no hablar de datos, pero es que es inevitable. Entre 2010 y 2015 fueron asesinadas 681 mujeres por sus parejas o ex parejas o algún familiar o amigo cercano. Una media de 113 mujeres por año. Cifra no reconocida por el Gobierno, ya que no consideran víctima de violencia machista si además de la pareja es asesinada la madre, hermana, cuñada, vecina…que en ese momento se encontraban casualmente presentes. Solamente se contabiliza la pareja asesinada. ¿Las otras no son víctimas de la misma violencia y de la misma mano asesina?
Pero voy a tirar piedras a mi propio tejado, aunque estas piedras no harán más que reforzar la lucha feminista por erradicar el machismo. Me refiero a los hombres asesinados por mujeres. Encontré unas cifras que hablaban de 30 asesinados en 2015 y 13 en 1016. He seguido buscando pero no he encontrado más datos. Pero aun así, con lo que tenemos, en dos años, 43 hombres asesinados por mujeres. Lo que significa que es más o menos una tercera parte de las mujeres asesinadas en un solo año. No hay comparación.
Todas las muertes son condenables, sea hombre o mujer y más aún si se producen de forma violenta. Nadie tiene derecho quitarle la vida a otro ser humano, sea por ideas políticas, religión o género.
Recientemente nos llega una noticia desde Argentina cuyo titular fue este: “La Policía le llama ‘maricón’ por denunciar que su mujer le golpeaba y ella lo asesina de una puñalada” “Sos un maricón”, le insultaron los agentes en San Juan (Argentina).
Aunque el cuchillo que lo apuñaló estaba en manos de una mujer, fue el machismo el que mató a este hombre. Por desgracia, cualquier hombre que reconozca que es maltratado por su mujer es tachado de débil, poco hombre, de ‘maricón’. El machismo alcanza en este caso al propio género, es decir a los hombres. ¿Se entiende ahora por qué en la lucha feminista los hombres deberían también estar involucrados?
¿Realmente todos los hombres que tienen comportamiento machista, lo son? ¿O quizás muchos de ellos son arrastrados por el miedo a ser rechazados por los de su propio género? Que el machismo existe no hay duda y que es el culpable de las vejaciones, injusticias, violencias y asesinatos de mujeres, también lo tenemos claro. Pero es triste pensar que haya hombres que se pliegan a esa lacra simplemente por ser socialmente aceptados por los “suyos”.
Ver a una mujer pasar por delante de un grupo de hombres y a ver quién dice la guarrada más grande. Juntarse en grupo con los amigos y comprobar a ver quién se ha “tirado” a más chicas el fin de semana anterior, como si de trofeos se tratase. Ver llegar a los amigos y empezar a hablarle a tu chica como si fuese algo de tu propiedad para que no piensen que eres un “calzonazos”. Empezar a controlar a la pareja porque tus amigos te dicen que a saber qué hace cuando tú no estás. Y de ahí a la violencia física solo queda un trecho muy cortito.
Pero ¿realmente todos los hombres se sienten cómodos siendo así? ¿No sería más fácil para ellos ser lo que quieren ser en cada momento? Es hora de darse cuenta que si el feminismo existe no es porque las mujeres queramos ser superiores en derechos a los hombres. Simplemente queremos tener los mismos derechos como personas iguales que somos. Que se nos deje de ningunear, de molestar, de insultar, vejar, maltratar…de asesinar. Y la vida seguramente también sería mucho más fácil y agradable para los hombres si no tuviesen que ir haciéndose siempre el “machito” por ahí para no tener que aguantar las burlas, insultos y desprecios de su propio género. El feminismo es la solución para todos y todas las que queremos vivir en paz y en igualdad. Da igual que seas hombre o mujer.
Para terminar me gustaría dejaros un enlace de un vídeo que descubrí en las redes sociales y que espero que os llegue tanto como me llegó a mi.
Autora: Ani García Pérez.
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