No hay duda de que los que vivimos en este país, en sus comunidades, regiones, ciudades y pueblos, tenemos la suerte de compartir y disfrutar de una inmensa riqueza cultural, paisajística, gastronómica, y de gentes, que han ido conformando su historia y desarrollando de sus lenguas.
La lengua, como vehículo cultural, se nutre siempre de la diversidad social, de la expansión geográfica y de su uso frecuente.
La lengua castellana a lo largo de los siglos ha ido nutriéndose de otras culturas, de otras lenguas, de otras gentes, que poco a poco han ido conformándola y que tiene su máxima representación en un amplísimo corpus literario de primera magnitud que engloba diferentes lenguas, culturas y dialectos.
La lengua castellana es una de las lenguas más “limpias” del habla moderna, rica en conceptos y expresiones. Cada lengua, cada pueblo, ha ido introduciendo sus expresiones, y su riqueza se debe a esto. Podemos decir, explicar y definir una enorme cantidad de conceptos con la lengua castellana.
El estilo más espontaneo e informal es el lenguaje coloquial, patrimonio de todas las clases sociales. Es el que más se desarrolla, el que más rápido se extiende, y a pesar de la rigidez a la que es sometida la lengua por parte de la RAE, el estilo coloquial, ese que hablamos en la calle, es el que más riqueza aporta.
Como país social que somos, con esta inmensa variedad cultural venida de muchos lugares, no podemos olvidar nuestra gastronomía, máximo exponente de esa combinación social y cultural.
De gastronomía , lengua, cultura e historia quiero hablar en este artículo a raíz de la siguiente publicación: http://www.periodistadigital.com/ciencia/educacion/2017/06/19/los-gilipollas-que-exigen-cerrar-el-bar-que-sirve-chorizos-rojos-y-chuleton-nacional.shtml
Estamos hartos de oír, ver y leer todo tipo de comunicaciones persuasivas, manipulativas, llenas de ideología con fines políticos que con gran esfuerzo esconden y defienden lo indefendible, hasta tal punto que, lo que en un principio nos indigna pronto se convierte en un “ ¡ni me molesto!”, y en ese sentido os doy la razón. Sin embargo, nunca hay que bajar la guardia. Siempre se puede “rizar el rizo”.
Periodista Digital presume de ser el periódico digital más leído del mundo en castellano con 2 millones de lectores al mes. Dirigido por Alfonso Rojo, está compuesto por varias secciones en las que se encuadran los diferentes artículos, como en cualquier periódico o medio al uso.
Lo primero que me sorprende de este artículo es en la sección en el que ha sido ubicado, “Ciencia”, ¿ qué ciencia?, ¿ social?. Yo no soy periodista ni dirijo un periódico pero creo, en mi humilde opinión, que podríamos situarlo en otras secciones: Ocio y Cultura , Opinión, e incluso en Salud, aunque, pensándolo en frio, entiendo que les haya resultado muy difícil acomodarlo.
La autoría también es sorprendente, Periodista Digital, es decir, el artículo ha sido consensuado. La responsabilidad directa recae en la Direción sin que tengamos ningún dato del autor o autores del mismo, claro que, teniendo en cuenta la magnitud intelectual, educacional y cultural alcanzada por el susodich@ / los susodich@s con la que nos han deleitado en semejante artículo, entiendo que la Dirección se quiera apuntar un tanto para ser candidato a los próximos Premios Pulitzer.
Seguimos analizando el fondo y la forma de “ esto” y llegamos al título.
En siglo XXI , el siglo de la información, con ese volumen de publicaciones que se registran a diario y en el que resulta verdaderamente difícil hacerse un hueco, reconozco que los títulos deben ser atrayentes, originales e incluso polémicos. Sin embargo, hay que poner límites y esos límites hay que situarlos a la hora de utilizar el lenguaje soez y el insulto barato.
“ ¡Gilipollas!” , “¡ Hijo de Puta!” y “¡ Joder!”, son palabras ampliamente utilizadas en nuestro lenguaje cotidiano, se pueden considerar insultos, teniendo siempre en cuenta el contexto, la situación en la que nos encontremos, a quién va dirigido e incluso la zona en la que nos hallemos. En Andalucía se suele utilizar de una forma más expresiva que insultante: “¡Qué hijo de puta eres!”( con cariño).
Es realmente preocupante encontrarnos en un medio de comunicación con este tipo de vocabulario o expresiones, un medio que debe mantener en todo momento un lenguaje adecuado, no necesariamente culto, pero apropiado dentro de las reglas a las que se somete el lenguaje escrito y de este tipo de textos, siempre intentado transmitir el mensaje o la información a la mayor cantidad de público posible. Sin embargo, este tipo de publicaciones van dirigidas a un público muy “particular”.
Es sorprendente como la falta de argumentos se suele suplir con un insulto barato. Lo único que puede provocar en mí es pena. Si bien estamos acostumbrados a este bajo nivel intelectual y cultural por parte de un sector de la población que mantiene un discurso obsoleto, manipulado, falto de verdad y de razón, justificado por una parte de los medios auspiciados por las instituciones, a mí que me llamen “gilipollas” pues como que……
Las comparaciones siempre son odiosas, y más cuando se pretende comparar y amparar con ello un argumento que desea llegar a ser razón y verdad. Me refiero a la invalidación de la Ley de Memoria Histórica justificada con el mismo argumentario al que se nos tiene, de una manera u otra, acostumbrados.
Las palabras de Dolores Ibárruri, La Pasionaria, resuenan aún en nuestros corazones, cada vez más y con más fuerza, y no con sed de venganza o con ganas de repetir nuestro pasado más próximo, sino con esa fuerza y ese espíritu de lucha con el que debemos enfrentarnos a todos estos actores, a todos estos personajes que están saliendo de sus escondrijos amparados por el poder de las instituciones, amparados por el miedo.
No voy a ser yo quien niegue los excesos cometidos pero nada comparable ni justificable a los 37 años de asesinatos, represión, dolor y silencio, a los 42 años de “olvido” institucional, “olvido” intencionado, consensuado y dirigido. Se nos olvida que la represión fue algo muy bien orquestado, una maquina perfectamente engrasada que funcionaba a todas las escalas, en todos los estamentos, en cada una de las vidas, y que llega hasta las nuestras. Se nos olvida que la mayoría de los que defienden aquella dictadura con nostalgia también la sufrieron. Se les olvida.
La gastronomía de nuestro país es reconocida mundialmente por su calidad y cantidad, y de cara a ese mundo, y a nosotros mismos, podemos disfrutarla en esos magníficos lugares que son los bares, restaurantes, tabernas, posadas, ventas, etc..que pueblan cada rincón de nuestra geografía, cada uno con su idiosincrasia, personalidad y estilo.
La lista de restaurantes ofrecida no deja indiferente, ni “gastronómicamente”, ni por “personalidad”, ni por “estilo”. Estos lugares de “culto”, anclados en un pasado que no va a volver, nostálgicos, intentando mantener viva una ideología, una manera de pensar y de sentir, que no tienen ningún tipo de justificación y atentando directamente contra un Estado que se vanagloria de ser democrático, presentan en sus cartas una selección de los mejores productos de nuestra tierra, eso si, con unas denominaciones con las que “pretenden” ofendernos, y digo “pretenden”, y perdonarme por lo que voy a decir, porque se queda en eso en la mera pretensión.
¿Chorizos “ rojos”? ¿ De qué color son la inmensa mayoría de los chorizos? Sinceramente, los únicos “chorizos” que últimamente pululan, y han pululado por este país durante años llevan el color azul como insignia y bandera, aunque, haciendo honor a la verdad, también los hay y ha habido de color “ rojillo”, el color de las rosas rojas recién nacidas.
¿ Chuletón “Nacional”? De algo de lo que tenemos que presumir en nuestra gastronomía es de las infinitas denominaciones de origen que siembran cada rincón de este país donde cultura y tradición se mezclan.
Seguimos: ” ¿bacalao grande y libre?”, “¿patatas revolconas amargadas 36?”, “¿chuletillas del Valle?”, “¿huevos rotos fusilados?”,……. ¡Sin comentarios!
El “ ¡Arriba España, dígame!” cuando vas a reservar una mesa o el que te canten “ El Cara al Sol” intentando disfrutar de una magnífica mariscada debe hacernos reflexionar, pensar cómo vamos a combatir este tipo de comportamientos y cómo vamos a acabar con ellos, simple y llanamente, porque se escapan al control de la LMH aunque se aplicase con rigurosidad y fuese más completa de lo que es.
Nuestra tarea, nuestro deber, es acabar con todo esto de la manera más inteligente posible, con razón y con lucha. La razón y la lucha, y esto o diré hasta la saciedad, están de nuestro lado, y de nosotros depende, todo está en nuestras manos. Tenemos muchos objetivos comunes, las mismas ganas de conseguir que el futuro de este país, el de nuestras futuras generaciones, sea un futuro en libertad y en democracia, tal y como, nos transmitieron nuestros mayores, una herencia por la que lucharon y murieron.
El movimiento que cambie esta situación será un movimiento social, un movimiento ciudadano. El camino no será fácil, estará lleno de obstáculos. Hay que concienciar y educar.
Autora: Nanny García Gómez
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